Este mes de las madres para mí no solo es esta fecha de celebrar, celebro todos los días por tener una gran mujer que hizo lo todo lo posible por traerme a este mundo y por ponerme en donde estoy.
Algunos y algunas no reconocemos ese grande valor y esfuerzo que nuestras madres hacen desde que un hijo o hija está en su vientre.
Agradezco a Dios por darle una larga vida a mi madre que aún espero me la tenga otros años más para poder seguir junto a ella y me dé todos los días su santa bendición, porque después no habrá más nadie. Es lo único que me queda en la vida.
Mi madre, nunca se quedó atrás, ella es y será un ejemplo de vida, aunque en el tiempo tuvo sus altibajos, pero a sus hijos nunca les faltó nada, hoy todos somos agradecidos.
Los 365 días del año, son el Día de las Madres porque siempre están atentas y despiertas de los quehaceres de sus hijos. Preocupadas cuando alguno por un momento desaparece. “Estos ‘veludos’ son el dolor de cabeza”.
El tiempo ha pasado tan rápido que cada vez los años quieren dominar toda esa fuerza y valentía, sin embargo, aún le quedan unas cuantas, y admiro de lo que mi madre aún es capaz.
Somos tantos hijos, pero el tiempo nos ha separado de ella por distintas situaciones del diario vivir, pero está rodeada de nietos, nueras, algunos de mis hermanos y vecinos.
Vivo agradecido con Dios y mi madre por tantas cosas que me han brindado, pero son muchas las buenas que he vivido y compartido junto a una mujer luchadora que nunca descansó por sacarnos adelante. Madre no es solo en mayo, madre es todos los días.
Para los que la tenemos con vida y otras que están en el cielo, ellas siguen siendo mamás, es bastante difícil olvidar todas las buenas y las difíciles cosas. El orgullo de una madre es ver bien a su hijo o hija, para ellas no hay hijo malo o hijo feo.
Hoy solo me queda es agradecer por todo ese grande sacrificio y de muchos años entregados de mi madre y ponerme en donde estoy. Más aún es una cómplice de todo lo que me pasa. Todavía tengo con quien contar de lo que hago día a día. La felicidad más grande es poder escucharla todos los días.
Las palabras de una madre son muy sagradas y sabias, por ello debemos respetarlas y atenderlas, ellas lo dicen porque lo presienten así como desde el primer momento de tener un hijo en su vientre. Solo me queda es pedir perdón o disculpas por los poquitos malos momentos que le hice pasar.
Por: www.abranoticias.com
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